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martes, 9 de enero de 2018

Boscos-consejo de enero: Educar la gratitud en los hijos

Según el filósofo Robert C. Roberts “la gratitud contrasta con tres sentimientos que son el origen y raíz donde se asienta la tristeza: el resentimiento, el arrepentimiento y la envidia”. 
Vemos pues, la gran importancia y necesidad de educar este sentimiento en nuestros hijos desde bien pequeños ya que les va a ayudar a ser personas felices.

¿Se puede educar la gratitud? 

Como cualquier otro sentimiento, la gratitud también se puede (y se debe) educar. Los padres tenemos que hacer lo posible para potenciarlo y educarlo, fomentando al máximo este sentimiento en nuestros hijos. 

En un principio, como el resto de los sentimientos, la gratitud es muy inestable e intermitente y dependerá de si le gusta o no hacer algo o si lo hace para agradar al adulto. Si esto es así, no pasa absolutamente nada; los padres con mucha paciencia y constancia trabajaremos este sentimiento para que vaya quedando asentado formando parte de su personalidad, como una cualidad estable. 

Podremos decir que ha quedado consolidado del todo cuando el niño sea capaz de comprender que, aunque no se le complazca en todo lo que hace o dice, lo hacemos por su bien. Antes de conseguir esto, podremos observar como la gratitud irá siempre de la mano de la gratificación positiva. Por eso es importantísimo que continuamente reconozcamos a nuestro hijo lo bien que hace las cosas, haciendo uso frecuente de los refuerzos positivos. 

¿Qué podemos hacer? 

En primer lugar es necesario señalar que vamos a educar este sentimiento (o el contrario) tanto por acción como por omisión, es decir, a través del ejemplo. ¿Cómo vamos a esperar que nuestros hijos agradezcan a los demás las cosas si nosotros somos los primeros que no lo hacemos? 

Debemos abrir los ojos de nuestros hijos, a través de nuestro ejemplo, y hacerles ver que ser agradecidos no es simplemente pronunciar unas palabras de manera automática y mecánica. No basta con un simple “gracias” y ya está. La gratitud nace del corazón, de nuestro interior, del aprecio a lo que alguien hace por nosotros. Por eso, cuando alguien haga algo por nosotros, tenemos que mostrarles a nuestros hijos cómo actuamos nosotros para que también ellos empiecen a obrar de ese modo. 

Ideas para trabajar la gratitud 

1.Habla sobre la gratitud 

Averigua lo que sabe acerca de esta virtud para poder explicarle muchas más cosas de las que ya conoce. 
Es importante que tu hijo comience a poner nombre a este sentimiento y aprenda progresivamente a identificarlo y relacionarlo con otros. 

Luego, explícale con tus palabras y en un lenguaje sencillo y adaptado a su edad, qué es la gratitud. Por ejemplo, que apreciar y querer mucho a quiénes nos cuidan es una manera de agradecer lo que hacen por nosotros: el profesor nos ayuda en el colegio, el médico cuando vamos al centro de salud, los padres en casa cada día, etc. Les explicaremos que la gratitud se demuestra con expresiones de afecto, cariño, portándonos bien con esas personas, etc. 

2.¿Qué harías tú?

Le daremos un ejemplo en el que alguien le ayuda ante una necesidad. Seguidamente le preguntaremos: 

*¿Qué le dirías a esa persona que te ha ayudado? 
*¿Qué sentirías por esa persona? 
*¿Le agradecerías el favor que te ha hecho? ¿De qué forma? 

A continuación, le daremos un ejemplo de una situación en la que alguien necesita ayuda.

*¿Tú qué harías?
*¿De qué forma la ayudarías? 
De esta forma trabajar el concepto de la gratitud y de la empatía. 

3.La paloma y la hormiga 

Enséñale a tu hijo la importancia, no solo de ser agradecidos, sino también de devolver los favores que recibimos. Para ello, léele la siguiente fábula de Esopo, 

“La paloma y la hormiga”

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial; arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse. Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita, la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga y la salvó. Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Lo vio la hormiga y lo picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo. Debemos ser agradecidos y devolver los favores que recibimos. 

Errores comunes 

Como hemos visto, educar la gratitud no es nada sencillo. Necesitamos ser constantes y evitar cometer algunos errores que son bastante frecuentes. 

– Restar importancia al sentimiento de gratitud cuando nuestros hijos son pequeños. Solemos decir“si total, nadie da las gracias por nada… ¿para qué se lo voy a enseñar?”. A medida que crecen y llegan a la temida adolescencia decimos:“que desagradecidos son estos jóvenes de hoy en día”. Entonces es cuando deberíamos preguntarnos con toda sinceridad:¿qué he hecho yo para que esto sea así? 

–En ocasiones, tampoco sabemos aceptar el agradecimiento de nuestros hijos y les contestamos con un: “no es nada” o “no es necesario que me lo agradezcas”. Al contrario, debemos estimularlo y decirle: “Muchas gracias a ti, hijo. Significa mucho para mí que estés agradecido”. 

– No siempre educamos dando verdadero ejemplo ya que en ocasiones tampoco agradecemos a nuestros hijos lo que hacen por nosotros.

“ El que da no debe volver a acordarse, pero el que recibe nunca debe olvidar”

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